Un microrrelato en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

 


25 de noviembre de 2023


Aprendemos con la lectura de microrrelatos, textos cortos literarios. A través de microrrelatos podemos observar conductas, relaciones, situaciones y contextos, que nos muestran situaciones y personas, con las que podemos sentirnos identificados o pueden ayudarnos a sentirnos identificados. Estos relatos pueden leerse en las aulas de secundaria y tras la lectura realizarse actividades como redacciones sobre el tema y/o tertulias dialógicas con el alumnado.


Hoy, 25 de noviembre de 2023:

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

El relato es el siguiente:

La última tarde de terraza

María tenía 15 años.

Tenía el pelo largo, lacio, de color rubio. Sus ojos eran inmensos, redondos, con un iris azul que brillaba al parpadear. Su sonrisa amplia daba paso a una risa a carcajadas, y con su risa te contagiaba su alegría.

María tenía muchas amigas, iban juntas al instituto, y a la salida, todas las tardes, merendaban en la cafetería del centro, y tomaban sus bocadillos con un zumo. Esas tardes eran los mejores momentos del día, conversaban, reían, intercambiaban confidencias y ponían en común sus secretos.

Así transcurrían sus mañanas y tardes, día tras otro, se iba el otoño, llegaba el invierno, y era feliz.

Llegó una tarde. No fue una tarde cualquiera. Fue la tarde en la que conoció a Antonio.

El grupo de amigas estaba merendando en la terraza cuando se les acercó un pequeño grupo de chicos del instituto. Les dijeron si podían sentarse a merendar con ellas. No eran de su clase, sino de un curso superior, pero sabían que eran del mismo centro. Ellas permitieron que los acompañaran esa tarde.

Comenzaron a repetirse las meriendas en grupo. Fueron haciéndose amigos, y fueron tomando confianza. Antonio siempre hacia lo imposible por sentarse al lado de María. Ella se daba cuenta y lo cierto es que le agradaba, era un chico muy simpático y se reía mucho con sus ocurrencias.

Una tarde Antonio le propuso a María ir a merendar a solas, sin el grupo. Ella, en un principio se mostró reticente, pero acabó aceptando ante la insistencia de su amigo.

Muchas tardes, ellos dos merendando a solas, alejados de la pandilla del instituto. Sus amigas, en los recreos, le reprochaban que se alejara de ellas, que sólo pasara tiempo con Antonio y que nunca quisieran compartir mesa con el grupo. María les ofrecía excusas, los reproches de sus amigas le molestaban, porque pensaba que no estaban siendo justas con ella ni con Antonio, era normal que él prefiriera tener momentos a solas, ella lo entendía y sus amigas también debían comprenderlo.

María no había comentado en casa que todas las tardes las pasaba con Antonio, creía que sus padres no lo entenderían, y prefirió, al menos de momento, mantenerlo en secreto. Sus padres ya le habían manifestado en varias ocasiones, que era preferible salir en pandilla, en grupo y no a solas, que ya habría tiempo para tener novio, que lo importante ahora era terminar el instituto.

Eran las 5 de la tarde, y Antonio y María estaban tomando unos refrescos, acababan de salir de clase.

-Hoy estás muy guapa, María…y eso a pesar de la falda tan corta que llevas.

-A mí me gusta, se llevan las minis. ¿No te gusta?

-La verdad que no, con esa falda se te ven todas las piernas cuando te sientas, y cuando pasa la gente te mira.

-Yo no veo que me miren.

-¡Te digo que te miran! ¡Yo no miento!-le replicó de forma brusca.

-Bueno, no te pongas así por una falda

Pasaron muchas tardes con comentarios similares, no me gusta tu pantalón ceñido, no me gusta el color rojo del pintalabios, parece que te guste que te miren, sabes que no me gusta que te vistas así, no hables con el estúpido de Luis, vas provocando, no me gusta que tus amigas se metan en lo nuestro…

María, de forma inconsciente, dejó de maquillarse, de ponerse minifaldas, de hablar con algunas personas. Pensaba que los celos de su novio eran su forma de preocuparse por ella, porque la quería mucho.

Conforme iba avanzando el curso, María estaba más apagada, su rostro ya no reflejaba esa sonrisa, era tan sólo una mueca y sus ojos ya no brillaban.

Una semana, Antonio se fue de viaje con sus padres, y las amigas de María le dijeron que merendara con ellas. Aceptó su invitación. Entablaron conversación, fue una conversación dura para María.

-Cuando Antonio te dice no te pongas ese vestido no te lo dice porque quiera verte guapa, sino porque quiere que tú no te veas guapa- le dijo una del grupo, mientras las además asentían con la cabeza.

-¡Estáis equivocadas! ¡Antonio no es así!- se rebelaba María.

El curso estaba llegando a su recta final, aunque María sabía que este curso no había sido muy bueno y sus notas académicas serían desastrosas.

Una tarde más, Antonio y María estaban sentados en una mesa, alejados del resto de la pandilla que estaban sentados en otro extremo de la terraza. El grupo, a pesar de la distancia entre las mesas, pudo escuchar una fuerte discusión entre la pareja.

-¡Tú lo que quieres es ser como tus amigas, unas zorras que van detrás de media clase!-le increpaba Antonio, en tono alto y agresivo.

El grupo, en silencio, y con rostros que reflejaban su tristeza e impotencia, se levantaron y se fueron a otro lugar. María observó cómo sus amigos la miraban, mientras sus lágrimas resbalaban por el rostro. Sus ojos no daban cuenta del color azul del iris, éste se había transformado en gris.

Para María, aquella fue la última tarde de terraza.

M.Teresa Mármol López (2023)













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